Fue una tarde. Era otoño.
Me senté al piano y
salió.
Sonó la melodía que
llevaba meses en mi cabeza. Mi ostinato.
Sonó triste, en do
menor.
Nunca antes me había
pasado.
No me ha vuelto a
pasar.
Buanorrotti, el futuro,
la visión, el bloque. Qué curioso, el bloque.
Lloré.
Tú no.
La melodía y la
armonía, el negro y el blanco.
La premonición de estar
descompasados, de ser un oxímoron.
Un, dos, tres; un, dos,
tres.
Llanto en do menor.
Ese día lo supe. Fue
así como se me reveló. Pura emoción.
Nunca serías mío ni yo
tuya.
A partir de ese día me
dio miedo escuchar las melodías, mis gusanos.
Pero fue maravilloso.
Un, dos, tres; un, dos,
tres.
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