sábado, 4 de abril de 2015

Los suicidios de Marina I



Esa noche la idea de la muerte, de acabar con su vida le rondaba de manera más leve. Incluso se sentía más cómoda ante ese abismo que se había abierto en su cabeza.Ella nunca había sido capaz de entender a las personas que se suicidaban. Nunca. A pesar de haber vivido suicidios desde pequeña. El primero que recuerda, en su pueblo. Fue el de un hombre mayor, casi un anciano, o al menos eso le pareció a ella en aquel momento, en el que debía tener unos once años, no lo recuerda bien. No recuerda su edad, pero sí el impacto que causó en ella y en todo el pueblo. El anciano decidió tirarse desde el edificio más alto del pueblo. De un pueblo muy pequeño en el que nunca pasaba nada. Recuerda que la gente comentaba cómo había sido capaz el anciano de acicalarse, de ponerse un traje con camisa, corbata y chaqueta. La gente comentó también que se afeitó. El suicida fue arrastrando los pies hasta el centro del pueblo desde las afueras, desde muy lejos le pareció a ella. Tomó el ascensor hasta el séptimo piso y una vez en la terraza se dejó caer en la plaza de la iglesia.
Marina recuerda todo esto y mucho más. Recuerda comentarios y visiones que está segura de no haber oído ni visto, pero que se han incrustado de tal forma en su cabeza de niña que hasta les ha cogido cariño. El pueblo fue sacudido por la muerte en una plaza. Las mujeres hablaban rápido y en voz baja, se acuerda perfectamente.
En su memoria este primer suicidio quedó grabado con música porque la banda acudió a tocar. Marina llevaba poco tiempo en la banda de música municipal, muy poco y por eso se acuerda. Cada salida con la banda era un aconteciemiento, una prueba. Tenía que llevar el paso mientras tocaba, eso la ponía muy nerviosa, no perderse en el papel, sujeto con el atril portátil a su requinto, pues era tan pequeña que todavía no tocaba el clarinete. No se acuerda quién la llamó ni cómo, pero sabe que se vistió con su falda azul marino,-las niñas no llevaban pantalones en la banda de su pueblo, solo las mujeres, que eran muy pocas-,  las medias blancas, -de eso no está segura porque no se acuerda si fue en verano, primavera u otoño, de lo que está segura es de que no fue en invierno,- la chaqueta y la corbata. Iría peinada con un lazo blanco en el pelo y los zapatos negros bien limpios..

1 comentario:

  1. Hay recuerdos que nos acompañan siempre, recuerdos que sin darnos cuenta nos moldean. Algo que , a veces, sin pretenderlo vive en nosotros y aflora cuando algo nos los recuerda.

    Un salud✴

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