Esa noche la idea de la
muerte, de acabar con su vida le rondaba de manera más leve. Incluso se sentía
más cómoda ante ese abismo que se había abierto en su cabeza.Ella nunca había
sido capaz de entender a las personas que se suicidaban. Nunca. A pesar de haber
vivido suicidios desde pequeña. El primero que recuerda, en su pueblo. Fue el
de un hombre mayor, casi un anciano, o al menos eso le pareció a ella en aquel
momento, en el que debía tener unos
once años, no lo recuerda bien. No recuerda su edad, pero sí el
impacto que causó en ella y en todo el pueblo. El anciano decidió tirarse desde
el edificio más alto del pueblo. De un pueblo muy pequeño en el que nunca
pasaba nada. Recuerda que la gente comentaba cómo había sido capaz el anciano
de acicalarse, de ponerse un traje con camisa, corbata y chaqueta. La gente
comentó también que se afeitó. El suicida fue arrastrando los pies hasta el
centro del pueblo desde las afueras, desde muy lejos le pareció a ella. Tomó el ascensor hasta el séptimo piso y una vez en la terraza se dejó
caer en la plaza de la iglesia.
Marina recuerda todo
esto y mucho más. Recuerda comentarios y visiones que está segura de no haber
oído ni visto, pero que se han incrustado de tal forma en su cabeza de niña que
hasta les ha cogido cariño. El pueblo fue sacudido por la muerte en una plaza.
Las mujeres hablaban rápido y en voz baja, se acuerda perfectamente.
En su memoria este
primer suicidio quedó grabado con música porque la banda acudió a tocar. Marina
llevaba poco tiempo en la banda de música municipal, muy poco y por eso se
acuerda. Cada salida con la banda era un aconteciemiento, una prueba. Tenía que
llevar el paso mientras tocaba, eso la ponía muy nerviosa, no perderse en el
papel, sujeto con el atril portátil a su requinto, pues era tan pequeña que
todavía no tocaba el clarinete. No se acuerda quién la llamó ni cómo, pero sabe
que se vistió con su falda azul marino,-las niñas no llevaban pantalones en la
banda de su pueblo, solo las mujeres, que eran muy pocas-, las medias blancas, -de eso no está segura
porque no se acuerda si fue en verano, primavera u otoño, de lo que está segura
es de que no fue en invierno,- la chaqueta y la corbata. Iría peinada con un
lazo blanco en el pelo y los zapatos negros bien limpios..
Hay recuerdos que nos acompañan siempre, recuerdos que sin darnos cuenta nos moldean. Algo que , a veces, sin pretenderlo vive en nosotros y aflora cuando algo nos los recuerda.
ResponderEliminarUn salud✴